
El 2006 todos comentamos, aunque sea una vez, que ese año habría un día 666. Más de alguno pronosticó que sucederían tragedias, hechos extraños y generaron pánico colectivo. Se le dio mucha importancia a un día en que, supuestamente, sólo sucederían cosas malas.
Somos tan tontos, le damos mucha importancia a lo negativo de la vida, pero cuando se trata de cosas buenas nos alegramos momentáneamente y luego todo pasa al olvido.
Mañana es 999 y si seguimos la dínamica de la númerología como el 2006, deberíamos estar felices. El 9 es el número de la perfección, del amor incondicional y universal. Representa la entrega a los demás, la sanación espiritual, el perdón, el viaje al nacimiento. Pero lo más importante de todo es que representan la iniciación, el cierre de una fase de desarrollo espiritual y el comienzo de otra superior.
Deberíamos aprovechar el día de mañana para emprender nuevas ideas y metas, pensar en cosas positivas, tratar de arreglar lo malo y tomar una actitud más en armonía con el mundo. Sé que me fui en una volá mística, pero no está de más prestarle un poquito de atención a estos detalles. Además, aunque a mi corazón humanista le cueste reconocerlo, los números son perfectos.
Feliz 999!